¡Qué hermoso el Rey en la campaña!
Iba vestido de verdad,
y era su espada de conquista
el fuerte amor que vence al mal.

¡Qué hermosa aquella estirpe suya,
desde el divino manantial!
Es rey de la casa de David,
nacido en cuna virginal.

Murió en la cruz ajusticiado
por rey del pueblo de Abraham.
¡Éste es el Rey del universo!;
si Dios lo ha escrito, escrito está.

Rey que desarmas las conciencias,
rey vencedor de Satanás,
sobre las ruinas del pecado
tú solo creas vida y paz.

Oh Jesucristo, mi Señor,
rey poderoso que vendrás,
a tus hermanos pecadores
mira con rostro familiar.

¡Bendito el Rey crucificado,
el Rey de reyes inmortal,
desde la altura de tu Padre
reina con cetro de piedad!

Amén.

Oh santa María Magdalena, piadosa y distinguidadiscípula del Salvador,espejo brillante y vivo ejemplode verdadera conversióny sincero arrepentimiento;regla y modelo de la vida contemplativa,que durante treinta y tres añosvivisteis en la soledad,ignorada del mundoy escondida a sus miradas;recibiendo con intensidadlos afectos del amor divino.
Gloriosa Santa María Magdalena,apiadaros de este corazón heridoy llevad mi súplica ante Jesús amado
(hacer la petición).
Bendita María Magdalena,que tanto amor disteis y recibisteisno me abandonéis en esta difícil situación,obtenedme, os ruego con gran esperanza,que por vuestra poderosa intercesión vea en breve concedida mi demanda.
Gran Santa que sólo en Jesúsencontrasteis amor, paz y consueloque merecisteis anunciar a los Apóstolesla Resurrección de nuestro Redentor,alcanzadme que merezca una centellade aquel amor ardiente que tuviste a Jesúsy la gracia de morir invocandolos dulcísimos nombres de Jesús y de María.
Así sea.
Rezar tres Padrenuestros,

tres Avemarías y tres Glorias.Hacer la oración y los rezos,

con gran fe y confianza,

durante siete días consecutivos.

¡Oh! San Pancracio

Por tu virtud, pido sustento y pido salud

para mi cuerpo para mi alma,

que el mundo entero puedo alcanzarla.

Tú que naciste en cuna pagana

te convertiste a vida cristiana.

Yo que he nacido en cuna de Fe

mal he vivido lo que heredé.

Tu corta edad la aprovechaste

con falsedad no la manchaste.

Yo me dedico a desdecir

lo que predico y no se vivir.

Te dedicaste a los más pobres

y así ganaste cárcel y horrores.

Yo, al contrario sólo en mí pienso

y en mi adversario para vencerlo.

No te tentaron premios ni halagos

te amenazaron pero fue en vano.

Yo en cambio tengo debilidad

y cualquier viento me hace temblar.

Hoy te prometo frente a tu altar

seguir tu ejemplo tu Fe igualar.

María

Nuestra Señora de la Merced,

hoy imploramos tu misericordia para con nosotros.

Tú que eres madre de los privados de libertad,

enséñanos a recuperar y mantener

la libertad interior de los hijos de Dios.

Haz que nadie nos impida

amar y ser amado,

perdonar y ser perdonado

y creer en la fuerza del bien en nosotros

y en nuestros hermanos.

Danos fuerza por la cruz de tu hijo

para que no nos dejemos vencer

por las circunstancias adversas.

Aliéntanos para que no nos cansemos

en la lucha por la justicia.

Ayúdanos a mirar a nuestros hermanos

con ojos misericordiosos, a los simpáticos

y mas aún a los que no lo son,

porque tú nos quieres a todos.

Sé tú nuestro consuelo

en las horas de tristeza y aflicción

e infúndenos ánimo para seguir adelante.

María, lleva nuestra oración a Jesús

para que llegue por él al Padre

que nos ama como sus hijos,

hoy y siempre.

Amén

¡Oh, San Charbel!

Glorioso santo maronita:

Desde la cima de tu montaña,

donde solo te retiraste del mundo

para colmarnos de bendiciones celestiales,

mucho te han dolido en el alma y en el corazón

los sufrimientos de tu pueblo y de tu patria.

Con gran perseverancia seguiste orando,

mortificándote y ofreciéndole a Dios

por los vivos y muertos de tu pueblo,

profundizando, así tu unión con Dios

al soportar las iniquidades de los humanos

y protegiéndonos de todo mal

desde las alturas de la montaña de Annaya,

por los siglos de los siglos.

Solicito yo, ahora, tu ayuda

en el problema que me aflige.

Te ruego intercedas por mí,

ante Dios nuestro Señor.

Amen.

IMAGEN DE LA NIÑEZ DEL PAPA FRANCISCO

EL PAPA FRANCISCO (DE PIE) EN SU NIÑEZ

JUNTO A SU HERMANO OSCAR (SENTADO)

LA FAMILIA PATERNA

Su abuelo Juan, su padre Marios Jose Francisco y la abuela, Rosa Margarita Vasalles.

LA FAMILIA MATERNA

El tío del Papa Francisco,Oscar Adrian Sivori, se encuentra arriba a la izquierda, la madre María Regina Sívori se encuentra la parte superior central, la tía Catalina Ester Sivori se encuentra arriba a la derecha, el tío Vicente Francisco Sivori se encuentra abajo a la izquierda, el abuelo Francisco Sivori Sturla se encuentra segundo desde la izquierda, la abuela de María Gognade Sivori, sentada segundo por la derecha, y su tío Juan Luis Sivori, posan para una foto de familia

LOS PADRES

Maria Regina Sívori

y José Mario Bergoglio

el dia de su boda el 12 de Diciembre de 1935.

EN LA ESCUELA SECUNDARIA

El Papa Francisco, a la derecha, junto a dos amigos

en la Escuela Secundaria.

EL PAPA FRANCISCO JUNTO A SUS PADRES

Y HERMANOS

De pie, detras, a la izda, su hermano Alberto Horacio,

a continuacion el Papa Francisco

vestido de sacerdote, su hermano Oscar Adrian,

y su hermana Marta Regina.

Sentados, a la izda. su hermana Maria Helena,

Su madre, Regina Maria Sivori y

su padre, Mario Jose Francisco Bergoglio.

Altísimo Señor de todo lo creado,
a quien respetan humildes los ángeles
obedecen sumisos los arcángeles
y rinden vasallaje serafines y santos,
yo os adoro como centro de todas las perfecciones;

Autor del todo bien
y fuente inagotable de toda santidad.

Gracias te doy
por los muchos y señalados
dones de la naturaleza
y gracia con que enriqueciste en este mundo
a tu fidelísimo siervo San Cipriano.

Glorioso San Cipriano,
Te damos gracias protector nuestro
por los señalados favores
que hemos recibido del cielo,
por tu poderosa intercesión.

Te ofrezco, abogado mío, el culto y la honra
que hoy se te tributa en todo el universo.

Alcánzame, amoroso protector,
la gracia que te imploro,

(se solicita aquí la gracia deseada)

si conviene a mi alma para que así goce
de tu dichosa compañía en la gloria.

Amén.

Lleguen mis suplicas a San Cipriano
para acceder a este humilde ruego:

(decir la petición)

Os suplico San Cipriano y Santa Justina
no olvidéis esta petición mía que hoy os hago.

Os ruego, por el tortuoso martirio,

que sufristeis, preservando vuestra fe,
que la elevéis al Altísimo,

quien os tiene en su gloria

en alta estima, con el favor

que mantiene a sus mártires

que tan fielmente le sirvieron,
para que con vuestro ardor e intercesión
me sea concedida.

También os ruego vuestra protección,

para mantenerme a salvo de peligros,

magias, malos ojos y otros males.

Señores gracias de antemano os doy,

por el favor recibido

y siempre os mantendré en mis oraciones,